miércoles, 18 de febrero de 2009

Testimonios...

Esto es para ir abriendo boca...
Un testimonio del Seminario Diocesano de Getafe,
vecino a nuestras hermanas de la Comunidad de Pinto.
Oír estas voces
jóvenes, lúcidas...y ¡ FELICES !
es toda una PRO-VOK@ción
¿ o no ?


lunes, 9 de febrero de 2009

Sólo apto para soñadores




si te consideras un soñador
haz clic aquí:


CONFERENCIA PARA LA VIDA...

jueves, 5 de febrero de 2009

VOCACIÓN MATRIMONIAL II



Cuatro palabras constituyentes


Hay cuatro palabras que expresan cómo se funda la alianza de amor conyugal. Cuatro palabras que robustecen la relación conyugal. Y la recrean en la vida ordinaria.




1.Te reconozco


Nadie había visto en mi lo que tu has descubierto; desde que te conozco soy distinto; nadie me
había querido. Tú valoras mis cualidades; tú has creído en mí. Has confiado en mí. Me has conocido y reconocido más allá de las apariencias; más allá de mis rendimientos en los estudios o de mi posición social. Me has reconocido como una persona única, irrepetible. Me has visto cuando era invisible para muchos otros. Te has fijado en mí. Has despertado lo mejor de mi mismo. Me llamas a la superación; a ser digno de ti. Tu presencia es vocación y evocación para mí. Tu amor me llena de energía, da sentido nuevo a mi vida. Me reconozco a través de tu mirada de amor; te reconozco a través de la mía.


2.Te prometo


Me has dado tu palabra de amor; me has dicho que me quieres, que me eliges. La palabra es
promesa. Significa detener un poquito el tiempo; erguirse sobre su prisa devoradora. Me has dado estabilidad. Me has hecho confiar en la mirada al futuro. No has despejado todos los temores. Pero tu promesa de alianza me da seguridad y confianza en el fluir del cambio y del tiempo. Puedo arriesgarme contigo, gracias a tí. Soy capaz de mirar al futuro con ojos de confianza. Tú en mí, yo en ti. Juntos acometemos un proyecto de vida especial, único, irrepetible. Juntos dejaremos padre y madre…


3.Te comunico


Tanto el reconocimiento como la promesa se expresan en la palabra. Tal vez el flechazo comenzó
en la mirada, en la sonrisa. Pero la palabra es un ingrediente imprescindible. La vinculación se
expresa por la palabra; se renueva por la palabra. La comunicación es la que crea la trama de la
relación. Esto sucede en los grandes momentos como la declaración de amor, el sí de la boda o el sí de su renovación. Y sucede también en la comunicación de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. En la medida en que la comunicación es personal e incluye los sentimientos personales, las alegrías, los enfados, las decepciones, esa relación sigue estando viva. Tiene color. Es estimulante para los cónyuges mismos. Contrarresta el aburrimiento. Va expresando tanto el deseo sexual como la ternura; tanto lo que te necesito cuanto lo que te amo. Se trata de una comunicación que no oculta las decepciones y las crisis; la unidad y la distancia.



4.Te perdono


No está de moda, en tiempos del complejo de inocencia. Pero uno de los dones del matrimonio es
la capacidad y el don de perdonar. La convivencia crea roces. Amar a alguien es darle la capacidad de herirme. Las personas que me resultan indiferentes no pueden herirme interiormente. No pueden decepcionarme porque propiamente hablando no espero nada de ellas. Pero la persona amada tiene un gran poder de herirme. Y a veces lo ejercita. Por acción. Por omisión u olvido. Por eso el perdón es un aprendizaje muy necesario en la vida de pareja. Y consta tanto del pedir perdón como de otorgar el perdón. La convivencia adulta y duradera no es posible entre un hombre y una mujer si no es a base del perdón. Perdonar es la capacidad de mirar a la persona y a su amor por mí. Es alejar la mirada de lo que ha hecho o dicho. Es ponerme en su lugar. Recibir o dar el perdón supone reconocer la vulnerabilidad propia y la de la otra persona, tocar y aceptar su debilidad y la mía. No soy irreprochable.


Matrimonios que viven así son una gran buena noticia para mi.


Bonifacio Fernández, cmf

martes, 3 de febrero de 2009

LA NOVIA Y LA NOVICIA

Diez pretendientes tuvo Ruperta.
Bueno, claro, no simultáneamente los diez. Pero siempre se dio el lujo de decirles que no. Cuando alguno se ponía más insistente, y buscaba oportunidad de entrar en su vida, decididamente cortaba con una negativa que lo alejaba sin explicaciones.

Cuando dijo el primer no, tenía clara conciencia de que aún le quedaban al menos nueve sí como posibles. Y como era joven y bonita, la seducía la idea de vivir de los posibles. Por ello el decir un no, la gratificaba asegurándola en su posición un tanto romántica de estar disponible para no sé qué futuro.
Pero era evidente que con decir simplemente que no, el futuro no se construía. Cada negativa la dejaba exactamente donde estaba, y cada vez un poco más cerrada sobre sí misma. A medida que crecía el número de sus no, se iban acortando proporcionalmente las posibilidades de sus sí.
Y pasaron los años. Cuando pegó la curva de los treinta y cinco, se dio cuenta de que su actitud conducía a nada. Apagó sus humos, reflexionó sobre su vida, y se abrió a los demás. Y aunque humanamente tuvo que renunciar a muchas de sus expectativas, por último corrigió una de las posibilidades y comenzó su primer noviazgo a fondo. Lo defendió con uñas y dientes, sobre todo de sí misma y de sus ilusiones un tanto adolescentes. Y finalmente se dio cuenta de que valía la pena decir un sí a la vida y al amor.

La mañana que se casaron — porque se casaron de mañana — unas cuantas amigas la acompañaron en su ceremonia. Todas se emocionaron felicitándola por el paso que daba. Quizá las amigas no se daban cuenta que Ruperta al decir en esa mañana su sí, englobaba en él todos los no a las futuras posibilidades que se le pudieran presentar. Porque aquella aceptación incluía definitivamente la renuncia a todos los otros hombres que pudiera presentársele en su vida. Pero eran personas realistas. Por ello se alegraron sinceramente por su elección. Sabían que sólo a través del sí, ella se ponía en marcha hacia el futuro, hacia la vida. Nadie se preocupaba de las renuncias encerradas en aquella elección.

La sobrina de Ruperta tenía diecisiete años. Llena de vida y con todo el futuro que le sonreía a través de los sueños de sus viejos, y de las aspiraciones de sus amistades. Había terminado quinto y tenía que decidir. Varias carreras eran posibles. Tenía inteligencia ella, y dinero sus padres. Pero desde el retiro de setiembre, algo le andaba bullendo dentro de su corazón de muchacha. Sentía que Cristo le pedía un sí entero. Y a ella le entusiasmaba la idea de decirle que sí, aunque le asustaba un poco lo que podría encerrar para el futuro.

Cuando se supo que entraba al convento, se armó un bonito revuelo entre los parientes, sobre todo entre los y las que ya habían doblado la curva de los treinta y cinco. No les entraba en la cabeza que esta chica pudiera decir de golpe que no a tantas cosas que la vida le ofrecía como posibles, sin siquiera haberlas probado. Los tenía obsesionados la idea de que la chica al entrar al convento renunciaba a un futuro profesional, a una pareja feliz, a los hijos. Renunciar a tanto ¿pero qué necesidad había? ¿Quién le habría metido en al cabeza semejante idea? Se hablaron barbaridades y se dijeron tonterías sobre la Orden a cuyo colegio sus papis la habían mandado desde pequeña, porque era un colegio bien y daba status. Se criticó al cura que les había dado el retiro de setiembre a las chicas de quinto, y discretamente la andanada salpicó a los padres que inconscientemente le habían dado el permiso para hacerlo.

En fin lo curioso fue que muy poco realmente pensaron que lo que la muchacha estaba haciendo no era decir que no a nada. Simplemente decía que sí a Alguien. Era ese sí el que encerraba tantos no. No había ninguna necesidad de esperar a los treinta y cinco como hizo la Ruperta, que se dedicó a decirlos en cómodas cuotas mensuales durante veinte años, para aflojar recién a la fuerza un sí medio tibio empollado por una nidada de no anteriores.

La conozco a esta joven, que es hoy una gran religiosa.
Conserva toda la frescura de un sí grandote dicho desde el principio.

La novia y la novicia
Autor: Padre Mamerto Menapace OSB
Libro: “Cuentos Rodados”, Editora Patria Grande, Buenos Aires
(autorizada la reproducción por la Editora Patria Grande)

lunes, 2 de febrero de 2009

Cambiar es de sabios...

Hoy, día de la VIDA CONSAGRADA y Fiesta Teatina, entre los mensajes de agradecimiento de las hermanas, nos llegó una crítica constructiva de un lector asiduo de los blogs que hace la Comisión. El caso es que , después de pedir permiso para hacer su crítica nos dice... " Me encanta el blog, pero tiene tanto colorido que no acierto con las letras pequeñas....porque se confunden con el fondo "

Por aquello de que " cambiar es de sabios " aquí estamos, pensando cómo remodelar la plantilla inicial...

Para que pueda llover a gusto de todos el Espíritu Santo y nos hemos decidido hacer lo siguiente:
1 mes de plantilla " formal " ....con musiquita tranquila y 1 mes de plantilla más " cañera " con musiquita profunda pero más marchosa....Porque hay que pensar que a este blog no sólo se asoman reverendos y reverendas. De vez en cuando, muy de vez en cuando, algún pequeño saltamontes cae por aquí y queremos que se sienta en casa...

Un abrazo y FELIZ DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA.


PD: Ya está disponible la ENTREVISTA DE FEBRERO...Para acceder tienes que hacer CLIC sobre el dibujito de una chica pensativa que tienes a la derecha. ¡ OJO ! Clic sobre la imagen y NO SOBRE LA PALABRA ENTREVISTAS ni TAMPOCO SOBRE LA PALABRA PROVOK@NDO ¿De acuerdo ?


Todo se aprende en esta vida....

CANAL DEL VATICANO